Anisado, crujiente, refrescante, ligero, jugoso, dulce y salado. Sí, sí, así es este carpaccio de hinojo con naranja. Un regalo del invierno para nuestros sentidos y más todavía si le añades mandarina como en la foto. O ¿porqué no?, pomelo o ¿naranja sanguina?
Con los cítricos que prefieras, la combinación es siempre un plato que llena de alegría tu mesa. El hinojo dulce es el bulbo más agradecido de las verduras de invierno. Toda la planta es comestible. El bulbo laminado es ideal en ensaladas y podemos dorarlo a la plancha o asarlo en el horno. Los tallos y hojas son ideales para añadir a un caldo de verduras o un potaje de legumbres y las semillas son una especia suave de sabor anisado.
Cultivado desde tiempos remotos por todo el mediterráneo ya aparece en recetas del antiguo Egipto, la Grecia Cásica o la cocina del Imperio Romano. En griego, hinojo se dice máratho (μάραθο) que, como imaginas, da nombre a la famosa carrera de fondo. Y es que, al parecer, Filípides, el mensajero ateniense corría y corría entre campos de hinojos.
Para prepararlo es fundamental la limpieza del bulbo:
1. Corta los tallos largos y guárdalos para usarlos en caldos, guisos o para encurtirlos. Deja la parte más tierna de los tallos unida al bulbo.
2. Retira la capa exterior de corteza que suele presentar golpes o partes secas y oxidadas hasta obtener un bulbo blanco, limpio y turgente.
3. Corta la base del bulbo y con un cuchillo extrae la parte dura (de forma cónica) como mostramos en la fotografía.
4. Pon en remojo el bulbo (1 hora o más) para que recupere el frescor perdido durante el almacenamiento y transporte.
Este carpaccio es tan goloso que lo puedes servir como aperitivo, como acompañamiento o, mejor todavía como final de una comida. El bocado crujiente del hinojo se refresca con el dulzor de la naranja. Anises, limones, olivas, naranjas y mandarinas. Las aceitunas despiertan los sabores llevándote a una espiral de querer más y más… y más … como el amigo del primer Maratón, que no podía parar.
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