¿Habéis oído hablar del flexitarianismo (o vegetarianismo flexible)? Un flexitariano es una persona que sigue una alimentación vegetariana pero que, de manera ocasional, consume algunas cantidades de pescado y/o carne. ¿Y como se come eso? Un vegetariano que hace trampa? ¿O que no está suficientemente comprometido? A los quotidians nos parece un buen debate: flexi sí o flexi no.
Está claro que el vegetarianismo sigue creciendo más allá del pequeño grupo de personas que evitan los productos animales por razones éticas o personales. Un dato interesante es el consumo de carne en los EE. UU., que ha ido disminuyendo constantemente en un 10 % per cápita desde 2007. Crece el número de personas que, como nosotros, busca alimentos más saludables y limpios, libres de aditivos, pesticidas y cócteles químicos innombrables. Los más jóvenes ya han incluído masivamente en sus códigos de identidad el cuidado por la salud, el medio ambiente y el respeto por los animales. Para los que nos gusta analizar datos, la conclusión es irrefutable: el abuso de la industria cárnica con los animales y el medio ambiente es sencillamente intolerable.
Y aquí es donde el flexitarianismo y las campañas de reducción del consumo de productos animales juegan un papel importante. Hay muchas formas de iniciar la transición desde la comida industrial a una dieta más saludable centrada en el mundo vegetal. Pero no todo el mundo puede hacerlo de golpe y… para siempre.
Campaña Meat-free Monday y su canción promocional (2009)
Una de las iniciativas de mayor éxito en el Reino Unido es el Meat-free Monday (lunes sin carne) lanzada por Paul McCartney como una campaña medioambiental (no dejes de oír el tema que el ex-Beatle compuso para su promoción). Forma parte de un movimiento internacional para reducir el consumo de productos de origen animal. Convertirse en flexitariano o unirse a movimientos como el Lunes Sin Carne es un cambio de actitud, un primer paso importante. En The Quotidian Cook creemos que la clave del cambio está en la toma de conciencia individual y estas son oportunidades que vale la pena apoyar.
En la receta de hoy jugamos con el concepto de Carpaccio llevándolo a una dimensión vegana y manteniendo su excelencia culinaria. La remolacha marinada aporta un sabor rotundo y tierno a la vez. Nuestro Parmesano de piñones le da un toque de bosque mediterráneo con una textura crujiente y la rúcula refresca el plato con su potencia vegetal y ligeramente amarga.
Puedes variar la presentación del plato y servirlo como entrante o como un snack irresistible. Un juego muy bonito y que sorprende a quien lo prueba. El plato es técnicamente muy sencillo. La clave está en cortar la remolacha en rodajas muy finas y respetar el tiempo de marinado. Mira los detalles en nuestros consejos culinarios al final de la receta.
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Puedes hacer este Carpaccio con dos niveles de vegetarianismo: totalmente vegano (de hecho, crudivegano) o lactovegetariano (utilizando queso Parmigiano en lugar de nuestro Parmesano vegetal). Por aquello de la flexibilidad…
- 1 remolacha grande (7-10 cm de diámetro), pelada y cortada en rodajas muy finas en una mandolina
- 2 cucharadas de aceite de oliva
- 2 cucharaditas de jugo de limón
- 2 cucharaditas de vinagre de ciruela umeboshi
- 1 cucharadita de vinagre balsámico auténtico (o ½ cucharadita de vinagre balsámico + ½ de cucharadita de jarabe de arce)
- 1 cucharadita de tamari
- 1 puñado de rúcula
- 125 gr de Parmesano de piñones (o de queso Parmigiano Reggiano)
- Aceite de oliva virgen extra y medio limón para aliñar
- Pimienta negra
- Mezclar todos los ingredientes líquidos para la marinada.
- En un bol mediano, mezclar la remolacha y la marinada, asegurándose que las rodajas quedan impregnadas por ambos lados.
- Dejar reposar a temperatura ambiente durante 6 horas, o marinar en el refrigerador durante la noche.
- Emplatar la remolacha con la rúcula y el Parmesano como se muestra en la imagen.
- Aliñar con aceite de oliva extra virgen, un vuelo de limón exprimido y pimienta negra recién molida.
Puedes reemplazar el parmesano con otro queso de textura crujiente afeitándolo en láminas muy finas o en forma de palitos.
Es fundamental mantener el trío de ingredientes, remolacha, queso y rúcula para mantener la esencia de sabores del plato. Si falta alguno, ya no será lo mismo.
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