Últimamente, los quotidian cooks estamos un tanto molestos con el abuso del término superalimentos. Que si la baya goji o la cúrcuma son superalimentos y curan no se sabe cuántas enfermedades… ¿Y por qué no el limón? Tan beneficioso para el metabolismo por su alto contenido en vitamina C y sus propiedades antioxidantes y alcalinizantes. ¿O las nueces? Ricas en omega-3, omega-6 y serotonina, lo que nos da esa sensación de bienestar y relajación tras comerlas. Cuando hablamos de Cocina Natural, también queremos decir cocina consciente, no desbordada por las modas culinarias, sino llevada de la mano de la tradición cultural, la proximidad de los alimentos y el conocimiento de sus propiedades nutritivas.
Obviamente, es una suerte poder incorporar nuevos alimentos a la dieta y la novedad de sabores, colores y texturas nos proporciona una satisfacción psicológica que forma parte del bienestar en la alimentación. Sin embargo, los llamados superalimentos, de momento, son un fenómeno social y de consumo. Nosotros recomendamos analizar los componentes de los alimentos y sus funciones en lugar de dejarnos llevar por campañas de marketing que suelen ser excesivas. Desde 2007 la normativa europea sobre etiquetado prohíbe utilizar el término superalimento o describir propiedades curativas que no hayan sido verificadas en pruebas clínicas.
En la receta de hoy vamos a daros un ejemplo de cómo utilizar las propiedades nutritivas de un alimento poco conocido, la espirulina, para equilibrar una dieta exclusivamente vegetal, lo que conocemos como dieta vegana. La espirulina es una microalga unicelular de estructura helicoidal que es una fábrica de nutrientes en miniatura. No hay otro alimento en el planeta con tan alta concentración de proteínas por gramo, lo que es muy interesante cuando uno es vegano. Podéis ver las propiedades de la espirulina en este magnífico artículo de Crudivegania. Si sois más visuales, os recomendamos este documental:
Trailer del documental Spirulina, The amazing Algae. Vangelis Tremopoulos 2011.
Para esta receta (adaptación de la Crema de Brócoli y Espirulina de Montse Vallory) utilizaremos los siguientes ingredientes: el romanesco, la col kale morada, limón ecológico de nuestro propio huerto, copos de avena y alga espirulina en polvo. El romanesco es una variedad de la coliflor de sabor más suave que impacta por la estuctura de sus flores en fractales. Es deliciosa en ensaladas, cruda, a la plancha o simplemente hecha al vapor.
El diseño de esta receta es muy inteligente ya que el romanesco y el limón, con su gran contenido en vitamina C, van a multiplicar la absorción del hierro de la kale. La espirulina y el romanesco suman un gran aporte de proteínas, haciendo de esta crema un plato muy energético. La crema tiene una textura aterciopelada, de sabor muy suave y fresco que contrasta con el acento crujiente de las semillas germinadas de puerro. Este plato tiene muchas virtudes. En invierno nos va a confortar y en verano, sorprendentemente, nos refrescará.
- 1 romanesco
- 2 o 3 ramas de col kale verde o morada
- 1 cebolla
- 1 diente de ajo
- 3 cucharadas de copos de avena
- 1 cucharada de alga espirulina en polvo
- 2 cucharadas de zumo de limón
- Ratlladura de la piel del limón
- Sal, pimienta blanca y aceite de oliva virgen extra
- Brotes de puerro para decorar i darle un toque crujiente
- Cortar el romanesco en flores y lavarlo ligeramente bajo el grifo con un colador.
- Quitar el tronco de las ramas de kale y cortar en trozos de unos 2 cm.
- Pelar y cortar la cebolla a cuadraditos.
- Chafar el diente de ajo, pelarlo y cortarlo a láminas.
- Rehogar la cebolla hasta que esté transparente.
- Añadir al rehogado la col kale y cocinar unos 3-4 minutos más.
- Añadir las flores de romanesco, las 3 cucharadas de copos de avena y añadir agua hasta cubrir.
- Salpimentar y cocinar durante 5 minutos.
- Apartar del fuego, añadir el zumo de limón y el alga espirulina y triturar hasta obtener una consistencia fina.
- Decorar con los brotes de puerro y rallar la piel del limón por encima,
Cuanto más tiempo rehoguemos la cebolla i la col, más sabor a cebolla tendrá la crema final. Si se quiere que predomine el sabor de la espirulina, entonces debemos rehogar durante menos tiempo.
Para conseguir la consistencia aterciopelada, nosotros lo hemos triturado con Thermomix (2 minutos, velocidad progresiva 5-10), pero se puede hacer con cualquier batidora eléctrica. Si queréis una consistencia más ligera, compensar con un poco de agua o caldo hasta obtener la textura deseada.
El contraste crujiente se puede hacer con otras semillas germinadas, con dados pequeños de pepino (en verano) u otra verdura de textura dura.
Fresia Farías says
Que buenas, nutritivas y saludables recetas. Muchas gracias
Javi says
Hola Fresia, gracias por tus palabras. Si te animas a hacer alguna de las recetas cuéntanos cómo te ha ido. Un cordial saludo.