Esta semana, los quotidian cooks estamos tan enfadados que casi se nos olvidó cocinar. ¿El motivo? Las turbias maniobras en Europa para aprobar el uso del glifosato, veneno donde los haya y que va a parar a nuestros alimentos, además de cargarse por el camino a flora, fauna y todo lo que toque. Así que los quotidian cooks nos quitamos de nuevo los delantales para ponernos el mono de trabajo de activistas medioambientales. ¿O será de activistas pro alimentación limpia? ¿O de activistas agrícolas? Pues todos ellos, uno encima de otro si es necesario, ya que volvemos a enfrentar otra jugada perversa de las grandes multinacionales para conseguir que la Comisión Europea apruebe el uso de herbicidas con glifosato en la producción agrícola.
El glifosato es uno de los herbicidas más ampliamente utilizados en el mundo, y sus efectos negativos sobre la salud de las personas y el medio ambiente están claramente documentados. En 2015, la OMS clasificó el glifosato en el Nivel 2 de peligrosidad: “probablemente carcinogénico para los seres humanos”. En 2016, la protesta pública y el respaldo insuficiente de los gobiernos nacionales forzaron a la Comisión Europea a extender su uso durante solamente 18 meses.
El 8 de febrero pasado varias organizaciones lanzaron una Iniciativa Ciudadana Europea (ICE) para prohibir el glifosato y fijar objetivos obligatorios para reducir el uso de plaguicidas en la UE. La iniciativa es promovida por 38 organizaciones de 15 países, entre otras: Greenpeace, HEAL (Health and Environment Alliance) y PAN (Pesticide Action Network). El objetivo es recoger al menos un millón de firmas y presentar la petición antes de la próxima decisión de la Comisión de renovar, retirar o ampliar la licencia europea del glifosato.
Iniciativa Ciudadana Europea para prohibir el glifosato
Desde The Quotidian Cook nos unimos a la Iniciativa Ciudadana y te pedimos que apoyes la propuesta con tu firma. Una vez más insistimos en que no basta con seguir una dieta sana y natural: tenemos que convertirnos en activistas alimentarios si queremos ver cambios en la calidad de nuestra alimentación.
Para celebrar el lanzamiento de esta iniciativa os traemos una ensalada de invierno limpia, refrescante y llena de color: nuestra ensalada de col lombarda con naranja. Es un plato muy fácil de comer por el contraste de texturas (la col crujiente y la suavidad de la fruta) y de sabores (la naranja dulce y el aliño con limón y tahín).
Es una ensalada de invierno mediterráneo, con los rayos del sol saliendo de los colores vivos del plato. En las pruebas del prototipo algunos de los comensales nos decían que era el aperitivo ideal, otros que les parecía que se podía comer como postre, es decir, como plato final de una comida… la ensalada vibra por sí sola. En fin, es cuestión de dar alas a tu imaginación.
- Un cuarto de col lombarda de tamaño mediano
- 2 naranjas medianas
- 1 cebolleta
- Para el aliño
- 2 cucharadas de zumo de limón
- 2 cucharadas de aceite de oliva AOVE
- 1 cucharada de sirope de arce
- 1 cucharada de Tahín crudo
- ½ cucharada de mostaza de Dijon
- una pizca de sal marina
- Quitar las hojas exteriores de la col lombarda retirando las que estén secas o deterioradas hasta ver las hojas brillantes y tersas. Cortar y extraer el tallo blanco de la col.
- Cortar muy finamente la col longitudinalmente en tiras muy finas. Reservar.
- Pelar y cortar la cebolleta en tiras longitudinales muy finas
- Pelar y cortar las naranjas en rodajas y éstas en trozos de 1 cm x 1 cm aproximadamente.
- Colocar en un frasco con tapa los ingredientes para el aliño, cerrar y agitar hasta formar la emulsión.
- Montar el plato mezclando la col y naranja con las manos, decorar con la cebolleta y aliñar.
El corte de la col debe ser longitudinal a las hojas y lo más fino posible.
Puedes reemplazar el sirope de arce por otro endulzante, sirope de agave o azúcar panela, por ejemplo.
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